09 Oct

El dibujo en la arquitectura posee diversas funciones, y es utilizado en distintas etapas dentro del proceso de diseño; sirve para pensar y reflexionar lo no construido, para esbozar y prever, para proyectar. La idea plasmada, cristalizada, exteriorizada y presentada al mundo, es asimilada como una representación de la realidad, una interpretación de lo material por parte del autor. El dibujo también lleva en sí esa característica plástica que conmueve e impacta, por medio del color, de los matices, de los trazos apresurados, espontáneos, que reflejan la pasión y lo apresurado del pensar. 

Dibujar en arquitectura comúnmente evoca a dibujar lo imaginado, a presentar lo prefigurado, gozoso de gestos estéticos, dispuestos al disfrute, a la valoración y al deleite. Es común que el dibujar sea considerada como una capacidad nata, que no sólo se desarrolla, sino que viene per se, como una especie de don. Es común creer que para ser arquitecto es necesario saber dibujar, y preferentemente dibujar bien. Actualmente también es común creer lo contrario, que no se necesita saber dibujar para ejercer o enfrentar la disciplina de la arquitectura. 

Por otro lado, el dibujo para otras disciplinas tiene acepciones diferentes y son mayormente acotadas. Por ejemplo, en la medicina, en los apuntes de la anatomía del cuerpo humano de siempre, se puede observar la historia gráfica de la aproximación a lo real, cómo por medio de la documentación gráfica de lo observado es que puede ser estudiado un objeto material-natural. Algo similar sucede en biología, con los dibujos de insectos, animales o plantas. Existen aproximaciones fascinantes, que intentan y logran representar las características de estos objetos naturales con una precisión de concordancia de lo real, con lo representado. El esmero es justificado por el hecho de que lo documentado, será estudiado e investigado. Lo mismo sucedía o sucede en el ámbito policiaco con las personas que dibujaban retratos hablados, el reto era transformar la palabra obtenida de la descripción y contrastarla con lo interpretado gráficamente por el dibujante.

Con lo anterior se pone en evidencia, otra utilidad del dibujo en arquitectura, además de la de crear, la de documentar, una práctica muy común en restauración o en historia de la arquitectura. En el estudio de lo arquitectónico, se dibujan y documentan objetos materiales, lo edificado, lo habitado y lo deshabitado. Para algunos casos, la fidelidad de lo representado es crucial, para otros, basta con la evocación del recuerdo, por ejemplo, en los apuntes de viaje no es necesaria la similitud, es suficiente con que el dibujante con la intención de dibujar para él mismo, descubra o redescubra lo que vio a través de su apunte y, en este sentido el apunte se convierte en una descripción individual y particular del observante que lo aleja de lo parcial de la realidad.   

El acto de dibujar lo existente, demanda el desarrollo de capacidades distintas a las de dibujar lo que aun no existe, aunque comparten rasgos como el espacio o la profundidad. Para dibujar lo que se imagina, lo que se cree, uno puede confiar en la técnica, en la mano educada por la mente, en el ojo vigilante de la concordancia entre el supuesto y la línea. Cuando se dibujan conceptos, se sabe y conocen los constructos del dibujante, lo que para él es una manzana, el cielo, una esfera, un árbol. La técnica en la representación guía al que dibuja no sólo para que pueda expresarse, también para poder comunicarse, en ocasiones, el que dibuja sólo quiere decir algo sin querer ser entendido. Dibujar lo que se piensa, lo que se cree, lo que se supone o reflexiona, aunque se expresa por medio de un mismo código posee una libertad infinita ya que lo que se pretende, es expresar.

Sin embargo, al dibujar lo que existe, no sólo se dice lo que se imagina, se dice lo que se ve y al hacerlo comienza un acto distinto. Aunque está implícito el hecho interpretativo, no se reproduce un concepto sino una realidad, una manzana que existe, un cielo, una esfera, un árbol con rasgos y características individuales, que son así para el que dibuja pero que también son así para el otro espectador. En ese momento lo que es para dos o más, es captado por medio del dibujo, por uno. Lo anterior puede constatarse en pinturas de paisajes, en el cuadro de las meninas de Velázquez, en los murales de Rivera, en las pinturas rupestres o en los dibujos de algún caricaturista. Existe entonces un canal de comunicación coincidente entre el que dibuja y el que observa, en donde la analogía de conceptos tiene como juez la realidad material que se constata. 

En este sentido lo que se ve entre dos o más personas, puede entenderse como lo común, lo que se comparte. Siendo así el dibujo una conexión entre el dibujante y la realidad, pero también entre la realidad y el espectador a través del dibujo. 

Ahora bien, de la realidad se pueden dibujar objetos, animales, personas, se puede dibujar todo lo anterior en conjunto, consolidándolo como una escena, o escenarios. En el dibujo al desnudo, generalmente lo que se dibuja es el cuerpo del modelo, y cómo es afectado por el entorno, principalmente con la luz, sin embargo, aunque en papel sólo aparezca el modelo como flotando en la nada, lo cierto es que no es así, existe un soporte, un fondo, un escenario, ese escenario es lo que el ser humano habita y transforma, puede ser natural o artificial.

Dibujar el entorno, las escenas de vida cotidiana relaciona al dibujo con el observador, ya que lo que ve, es también lo que él habita, entendiendo al habitar en palabras de Angela Giglia como, “…el proceso mediante el cual el sujeto se sitúa en el centro de unas coordenadas espacio temporales mediante su percepción y relación con el entorno que lo rodea” (Giglia, 2012. Pp. 13) Siendo así en un dibujo del lugar, el espectador ve y se ve habitando en esas coordenadas espacio temporales, sabe que es ahí (lugar) y sabe fue ahí (tiempo). Y es aquí donde se abre una puerta hacia el pasado, imposible que sea hacia el futuro y al presente porque al dibujar el entorno en el presente, realmente lo que se está registrando constantemente es el pasado, siendo así que el dibujo del entorno tiene esta característica histórica, similar al de una fotografía, en él se registra siempre el pasado y al habitar todos en un aquí y un ahora, ese pasado es compartido, por el lugar y quizá por el tiempo. 

Se puede estar dentro o fuera de las edificaciones, suponiendo un exterior y un interior, la ciudad también puede dividirse entre lo público y lo privado, lo privado lo habitan unos cuantos, lo público lo habitamos y lo compartimos todos. Entonces eso supone una diferencia al dibujar un entorno público que uno privado. Cuando se dibuja la ciudad, se registra un lugar y un tiempo, que para los que lo habitaron representa y significa hechos y experiencias. Cuando se dibuja la ciudad se registran no sólo objetos, sino representaciones de los otros, no sólo se trata de plástica, se trata de la representación de las vivencias, la crónica a través del dibujo, de cómo por medio de un interprete se refleja la memoria colectiva de todos lo que habitamos. Cuando se ve la postal de viaje de un lugar que se visitó, viene a la mente el recuerdo, las postales captan imágenes que todos quisieran recordar. Al dibujar el entorno se documentan históricamente las transformaciones de los lugares. Este acto repercute en el territorio de lo social, de lo humano, de lo material, y nos deja en la mirada del que dibuja, la memoria del que lo habita.

Acerca del Autor.

Juan Antonio Nava Peña

Arquitecto por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, dedicado al desarrollo de diseños y proyectos arquitectónicos, residente y supervisión de construcciones. 

Considero que el dibujar en el proceso de diseño y de proyecto arquitectónico, es una base primordial e imprescindible para materializar una obra, sin embargo, pienso que no sólo es una base, sino que también es un catalizador para pensar e imaginar lo no construido y es por eso por lo que en 2014 decidí empezar a ejercitar esa técnica, dibujando en SITIO escenas arquitectónicas y de vida cotidiana. Al dibujar edificios, personas en acción, e historias, me di cuenta que no era algo sencillo. También ahí comprendí que, a diferencia de dibujar en la calma y paciencia de un estudio, en sitio todo queda en una sola toma, los errores son parte del apunte, la espontaneidad es característica, por ello, ocupo como principal técnica la tinta y la acuarela. Con esta práctica he logrado mejorar mi percepción e interpretación de la materia y el espacio, situación que se ha visto reflejada como un instrumento proyectual en mi hacer. 

Por otro lado, la intención de mi obra es la de documentar lo construido, y sucesos importantes en mi vida y quizá en la vida de los demás. He dibujado eventos como desfiles, obras de teatro, conciertos, conferencias, edificios históricos y contemporáneos, templos, reuniones en cafeterías, en estancias.

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