09 Oct

La escuela de arquitectura siempre fue, es, y será, un asidero de sueños e ilusiones, que van desde las cuestiones más lúdicas y humanas, a las más tecnócratas y empresariales que permita el sustantivo arquitectónico. Tomando en cuenta que la industria de la construcción “es la cuarta actividad económica generadora de riqueza” con el 7.4% del total del PIB del país en el año 2021, según datos de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), no es nada raro que los jóvenes inscritos en la carrera de arquitectura vislumbren una vida económica estable y sin mayores preocupaciones laborales. 

Por otro lado, también hay quien vislumbra una vida llena de belleza, tomando por próceres y maestros póstumos a figuras como el norteamericano Frank Lloyd Wright, quien imaginó a la arquitectura emergiendo de su entorno como árbol desde sus raíces; a un Juan O’Gorman, quien en sus últimas obras replanteara su visión de la funcionalidad como sustento estilístico para abrazar igualmente la arquitectura orgánica, o a un Luis Barragán, maestro en el manejo de la luz, el color y el espíritu humano. Con el tiempo, así como el niño que de a poco va perdiendo la inocencia y la curiosidad por las maravillas de la cotidianidad, el estudiante próximo a su egreso también irá domando estas pasiones, reemplazándolas por la genuina preocupación de lo que será la fuente de su sustento el día de mañana. Aquí empezarán las realidades locales, regionales y globales a incidir indiscriminadamente en la vida y profesión de quienes tienen por labor producir espacios habitables.

Es evidente que, en los años venideros, las problemáticas medioambientales tomarán el protagonismo en los medios de comunicación, así como en la discusión y la opinión del día a día, a lo que presumiblemente tomarán su lugar como el tema de mayor urgencia y principal mecanismo de coerción entre naciones en las cumbres internacionales. No se puede soslayar el impacto de este panorama distópico en la temática de la vivienda y espacios habitables, donde además también juega un papel importante el panorama económico regional e internacional. Finalmente sumemos la parte cultural que transforma y desdibuja las nociones y esperanzas puestas en el oficio del diseño de espacios habitables. 

En este momento histórico, donde Latinoamérica entra a un vaivén ideológico que alterna entre izquierda y derecha vertiginosamente, donde la globalización al alcance de un teléfono móvil y de una publicación en la red social de su preferencia crea tendencias y movimientos sociales y propagandísticos, pareciera no haber espacio para la estructuración de los argumentos, o algo que asemeje a un consenso, dando por resultado una sociedad mayormente descontextualizada, con aspiraciones frustradas, y desde donde propuestas estructuradas como la idea de la arquitectura se tienen que abrir paso. Son pues, las mismas aspiraciones descontextualizadas las que le darán forma al espacio arquitectónico contemporáneo, donde el sustento visual de las fachadas de las mansiones de lujo impera por encima del confort espacial, como si de comprar un coche deportivo se tratase, sin importar el motor o los caballos de fuerza, solo el color y el chasis, y acaso si este es descapotable.

Ver el rito de la enseñanza de la profesión, ahora desde la docencia, obliga a hacer reflexión sobre los métodos y perspectivas mediante los cuales se termina por preparar a los futuros arquitectos y urbanistas, quienes estarán en contacto directo con la larga cadena de problemáticas, fruto de una época de excesos y negligencias derivadas de hacer girar una serie de engranajes que apelan al confort, planteado desde las ideas y figuraciones de lo que es el lujo, la exclusividad y el progreso, de ver los problemas de los demás como ajenos, como algo que no tiene por qué tocarnos o atentar contra nuestra comodidad. De aquellas arquitecturas que han optado por repetir estos modelos, sin pretender dialogar con algo más que el sesgo de lo que conocemos e identificamos como una arquitectura de buen gusto. Y entonces, ¿cuáles son las realidades que pasamos por alto? 

La realidad es el terrible outsourcing, las viviendas en serie que nunca se habitan, la ausencia de un transporte público que dignifique al usuario en casi la totalidad del país, la dependencia de combustibles fósiles, el desabasto de recursos, la crisis del agua, y todo esto solo hablando de lo que pega francamente a la esfera urbano-arquitectónica, porque para hablar de problemáticas sociales tendríamos que escribir un libro entero. La realidad es, que todo lo que neguemos hoy llegará el día de mañana a tocar la puerta en forma de urgencia. 

Ahora adentrados en el tema de urgencias, es evidente que se necesitan propuestas, las cuales en el mejor de los casos llegarán desde la formulación de una teoría que atienda a su tiempo y contexto, desde las vivencias de la praxis urbano-arquitectónica, de dejar de parafrasear un proyecto de ciudad que empezó su ocaso hacia finales del siglo XX.

Juan O'Gorman. De unas ruinas nacen otras ruinas, 1949. Témpera al huevo sobre masonite de yeso., 41.3 x 48.9 cm. Archivo Fotográfico Manuel Toussaint. IIE-UNAM. 

Un aporte desde la investigación urbano-arquitectónica; la nueva ruralidad 

Entre los campos de acción para solventar crisis futuras y actuales, se ha barajeado la opción de la reincorporación de una cultura agrícola, en la lógica de promover la sustentabilidad urbana entre las autoridades y la ciudadanía. En una experiencia personal (a fin de dejar un comentario de provecho para el lector), resultante de los estudios de posgrado en la UNAM que dieran por fruto la investigación titulada “El espacio colectivo de la ruralidad: una mirada urbano-arquitectónica desde el pueblo originario de San Pablo Oztotepec, CDMX”, a través de un análisis sobre dicha localidad en contraste con la situación de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, ha sido posible explorar y medir algunas cuestiones que son pertinentes para hablar del futuro de las grandes urbes en el país. Para el lector resultará innegociable que se le dé respuesta a la cuestión ¿Es acaso la reincorporación de la ruralidad a los cascos urbanos una alternativa para paliar parte de las problemáticas urbanas de las zonas metropolitanas? Si bien, es importante la visibilización de las actividades primarias, más allá de qué tanto pueden ofrecer en cuanto a porcentaje del producto interno bruto del país, hay otras lecciones valiosas por atender, y que tienen que abordarse desde la esfera de la legislación.

Tratándose de un estudio en pueblos originarios, la dimensión sociocultural inevitablemente será el tema de mayor peso y relevancia en cuanto a las dinámicas urbanas o rurales que se den por parte de sus pobladores. Bajo esta premisa, una sociedad que se asuma así misma como moderna, en una posición económica beneficiada con relación al grueso de la población, o que simplemente se identifique con un modelo de vida urbano en una zona asimilada como parte de una metrópoli, aun y con las carencias que esto les signifique, difícilmente voltearán a ver la posibilidad de consumir productos fuera de la lógica del mercado de establecimientos, y aún más difícilmente producirán sus propios alimentos. El tema de la identidad y del habitus emergerá en casi todos los casos como sustancia de las dinámicas urbanas, de la apropiación y uso de la infraestructura, del equipamiento y sobre todo de los objetos arquitectónicos. 

Por otro lado, el tema de la posesión y administración del territorio representó otro tema medular de dicho análisis, encontrando que a pesar de haber una situación de aparente precariedad y falta de oportunidades, las personas mayores y en posesión de sus terrenos subsistían de la agricultura y cría de ganado, mientras que los más jóvenes padecían de las dificultades producto de la lejanía de la alcaldía Milpa Alta (lugar donde se localiza el poblado de San Pablo Oztotepec) con su lugar de trabajo, ubicados mayoritariamente en las centralidades económicas de la capital. Además de esto, la población estudiantil también encuentra un importante obstáculo de movilidad para llegar a su centro de estudios, donde en el caso de los universitarios es incluso más rentable rentar un cuarto más cercano a sus universidades, en muchas ocasiones, en conjunto con otros compañeros. Esto también termina por impactar en la cuestión de distribución para el espacio de vivienda. Mientras que las grandes torres departamentales se extienden en el firmamento de las principales ciudades del país, recursos esenciales como el suministro de agua cada vez son más limitados en las periferias, y en casos como el de la Ciudad de México, son racionados en las alcaldías más populares, donde vive más de la mitad de la población de la capital.

Uno de los aspectos positivos del análisis radica en la autogestión que tiene la comunidad para establecer una agenda de temas a resolver, llevando a cabo juntas vecinales en los principales espacios comunitarios como templos y espacios colectivos, donde por medio de estructuras sociales que ellos mismos han avalado con el transcurrir de las generaciones, se organizan para la aportación de recursos, mano de obra y apoyo mutuo en lo general, sin importar demasiado la posición o situación económica por la que pase la familia que adquiere el compromiso. Esto se ve reflejado mayormente en la gestión de las festividades, así como en el cuidado de los edificios que la comunidad siente como representativos del poblado, donde se reparten los trabajos de cuidado, mantenimiento y vigilancia de estos. Es en esta idea de gestión urbano-arquitectónica donde podemos empezar a esbozar lo que sería una política de legislación urbana verdaderamente participativa y plural, con recursos aterrizados a lo verdaderamente urgente y con la guía de expertos y técnicos, que más allá de intervenir en las decisiones de la comunidad, funjan como supervisores de los trabajos a realizar. 

Podemos entrever, dada la complejidad de lo que resultaría imponer una cultura del autoconsumo, que bajo una actitud de voluntarismo y resultadismo volcada al tema de legislar la posible incorporación de lo agrícola a la vida de las grandes urbes solo se traerán consigo nuevas problemáticas, a semejanza de las que viven hoy por hoy los pueblos originarios. Ni el tema de la posesión de las propiedades, los modelos de renta, la corrupción en la gestión urbana, en la concesión de permisos de construcción, ni mucho menos la desigualdad y la brecha de calidad de vida en las colonias metropolitanas se resolverán bajo esta perspectiva. El tema central es promover la participación ciudadana, entendiendo que, aunque la idea de pertenecer a una comunidad en la zona metropolitana resulte utópica, no es imposible mirar más allá del individualismo y falta de empatía por los problemas locales. Una vez se haya promovido dicha visión y participación ciudadana, será posible poner en marcha proyectos de sustentabilidad aterrizados a su realidad, que sumen y no excluyan a su población, y que se ajusten a cada contexto específico.

La arquitectura nace gracias a la concientización de los problemas propios y ajenos, a la asimilación de un contexto natural, urbano, económico y vecinal, y, sobre todo, a un conocimiento integral del entorno socioespacial. Seguir con una tendencia de explosión urbana bajo la especulación, el individualismo y la negación del futuro complicado que se ha empezado asomar en el país traerá al final un doloroso examen de conciencia, cuando la situación represente un obstáculo aún más complicado de sortear en la búsqueda por el bienestar común de las ciudades y sus arquitecturas. El campo de incidencia sigue estando en el ejercicio profesional, en la formulación y discusión de ideas, y por supuesto, en la docencia. 

Septiembre de 2022

Bibliografía Bárcena Barrios, J. E. (2021). EL ESPACIO COLECTIVO DE LA RURALIDAD. Una mirada urbano-arquitectónica desde el pueblo originario de San Pablo Oztotepec, CDMX. (Tesis para optar por el grado de Maestro en Arquitectura). Universidad Nacional Autónoma de México. 

Safa Barraza, P. (s.f.). El concepto de habitus de Pierre Bourdieu y el estudio de las culturas populares en México. Revista Universidad de Guadalajara. Recuperado de: https://www.frro.utn.edu.ar/repositorio/catedras/basicas/ing_sociedad/habitus.pdf

Acerca del Autor:

Mtro. Juan Eduardo Bárcena Barrios Egresado de la Licenciatura en Arquitectura por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (2011-2015). Ayudante de Investigación del Área "Procesos Históricos y Diseño", de la División de Ciencias y Artes para el Diseño, UAM-X (2015-2018). Egresado del Programa de Maestría y Doctorado en Arquitectura, Campo del conocimiento "Arquitectura, Ciudad y Territorio" de la UNAM (2021), con la tesis “El espacio colectivo de la ruralidad: una mirada urbano-arquitectónica desde el pueblo originario de San Pablo Oztotepec, CDMX”

Docente de asignatura en la Licenciatura en Arquitectura, Departamento "Ciencias de la Tierra" en el Instituto Tecnológico de Reynosa. (2022 a la fecha) Temas de investigación: Historia y teoría de la arquitectura, historia de la arquitectura mexicana, procesos de gestión, apropiación y ocupación del espacio público y colectivizado, desarrollo urbano en México y procesos de poblamiento y desplazamiento.

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